Tuvalu y el umbral del colapso: el Derecho Internacional frente al mar que sube
Ciudadanxs por la Sostenibilidad:
En pleno siglo XXI, Tuvalu no ha sido invadido ni colonizado, pero está desapareciendo. No por guerra, sino por el aumento del nivel del mar. En medio de este escenario de colapso climático, Australia anunció una medida sin precedentes: una visa climática especial, única en el mundo, que permite a ciudadanos de Tuvalu migrar con residencia permanente a su territorio.
No se trata de un acto simbólico. Es el reconocimiento fáctico de que la crisis climática global ha producido las primeras olas de migración forzada con origen exclusivamente ambiental.
La medida forma parte del Tratado de Unión Falepili, firmado en 2023 entre Australia y Tuvalu, y representa un punto de inflexión en la forma en que el derecho internacional —aún fragmentado e insuficiente— empieza a adaptarse a una realidad inédita: la pérdida de un país entero por razones climáticas.
🧭 ¿Qué está ocurriendo en Tuvalu?
Tuvalu es una nación polinesia formada por nueve atolones coralinos. Su población, de apenas 11,000 personas, vive principalmente en Funafuti, una isla de menos de 3 metros de altitud. Según estudios hidrometeorológicos internacionales, el 90 % de la capital podría quedar inundado dos veces al día para el año 2100 debido al ascenso del mar y la salinización de los acuíferos.
El impacto ya es visible:
La intrusión salina ha hecho inservibles pozos de agua dulce.
Las marejadas inundan viviendas, caminos, cultivos.
El único aeropuerto nacional ya se anega con la marea alta.
La infraestructura y la habitabilidad están gravemente comprometidas.
Tuvalu ha sido uno de los países más activos en denunciar esta situación: en 2021, su entonces canciller Simon Kofe ofreció un discurso a la comunidad internacional de pie en una laguna, con el agua hasta las rodillas, como símbolo de la desaparición inminente de su país.
⚖️ El tratado con Australia: ¿un modelo para el futuro?
El Tratado Falepili establece un mecanismo que permite a 280 ciudadanos tuvaluanos por año trasladarse a Australia con residencia permanente, acceso a servicios, empleo y educación. A este ritmo, toda la población del país tardaría más de 40 años en migrar.
El tratado también establece una relación de seguridad asimétrica: Tuvalu se compromete a no firmar tratados internacionales de defensa o cooperación sin autorización previa de Australia, con el trasfondo geopolítico de contener la influencia de China en el Pacífico. A cambio, Australia aporta millones de dólares a proyectos de adaptación costera en Tuvalu, incluyendo obras de recuperación de tierras.
Este acuerdo tiene implicaciones jurídicas profundas:
Reconoce implícitamente a personas desplazadas por el clima.
Abre un nuevo tipo de visado: el visado climático, aún no previsto por el sistema de protección internacional.
Desafía al derecho internacional de los refugiados, que actualmente no reconoce el cambio climático como causal válida de refugio.
📉 La migración climática, un fenómeno en expansión global
Tuvalu no es un caso aislado, sino el primero de muchos. Según el Banco Mundial, más de 216 millones de personas podrían verse obligadas a migrar dentro de sus propios países por causas climáticas hacia 2050. Y esta cifra no incluye desplazamientos internacionales. Las regiones más vulnerables son:
América Latina y el Caribe (especialmente zonas costeras).
África subsahariana.
Asia del Sur y el Sudeste asiático.
Pequeños Estados insulares del Pacífico y el Caribe.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y ACNUR han advertido que el marco actual es insuficiente. El Convenio de Ginebra de 1951 sobre refugiados no reconoce como causa el desplazamiento por eventos climáticos extremos, sequías prolongadas, pérdida de territorio o colapso ambiental.
Esto genera una zona de vacío legal en la que millones de personas desplazadas climáticamente no tienen reconocimiento jurídico, ni acceso a protección internacional ni derechos específicos.
🛑 ¿Qué propone el derecho internacional emergente?
En los últimos años, la doctrina jurídica y organismos multilaterales han empezado a construir propuestas normativas para abordar esta realidad:
Reconocimiento de la categoría de “refugiado climático” o “migrante ambiental”.
Creación de visados humanitarios y residencias especiales por causas climáticas.
Inclusión de la migración climática en las negociaciones sobre pérdidas y daños del Acuerdo de París.
Obligación de los Estados emisores históricos de gases de efecto invernadero a participar en esquemas de compensación y acogida humanitaria.
El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de Naciones Unidas (2018) hace mención explícita a la migración por desastres y degradación ambiental, pero no es vinculante. La necesidad de instrumentos legales obligatorios es urgente.
⚖️ ¿Qué podemos exigir desde la ciudadanía y el marco constitucional mexicano?
Que el Congreso de la Unión reconozca la emergencia climática como figura transversal en la legislación nacional.
Que se legisle sobre protección específica para personas desplazadas climáticamente, tanto internas como internacionales.
Que México impulse en foros multilaterales (ONU, CELAC, COPs) un tratado internacional sobre movilidad climática con enfoque de justicia y derechos humanos.
Que se integre a la Constitución el derecho a migrar por causas climáticas, con acceso a servicios, participación y reconocimiento jurídico.
Que se cree un fondo de compensación por pérdidas y daños culturales y comunitarios, no solo económicos.
🌎 Tuvalu, símbolo de un futuro compartido
Tuvalu es hoy la voz más clara del colapso climático. No por el tamaño de su territorio, sino por la magnitud de la injusticia que representa: un país que apenas ha contribuido a la crisis climática, pero que enfrenta su peor rostro. Su experiencia debe ser una alerta y una inspiración para legislar, proteger y prevenir.
“No nos quedaremos de pie mientras el agua sube”, advirtió Simon Kofe.
Nosotros tampoco.
¡El momento de actuar es ahora! Cada uno de nosotros tiene un papel en la construcción de un futuro más justo y resiliente. Sigamos trabajando juntos, porque cada acción cuenta y cada esfuerzo suma. Desde lo local podemos marcar una diferencia real en el escenario global.
Roberto Juárez - Consultor e Investigador en Sostenibilidad y Cambio Climático. Director General YBTFG.
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